La vida para la mujer en el medioevo era pesada pues no tenía muchas opciones. Destinada a estar siempre en faenas domésticas desde niña hasta la vejez. Desde niñas no salían de casa más que a la iglesia. Y el matrimonio era decisión de su padre y tenía que dar dote. En el caso de la clase noble alta se veían desligadas de las labores de servidumbre (cocinar y lavar) y algunas cultivaban algún arte (canto, tocar un instrumento, escuchar música...) o bien a labores de costura de prendas de vestir.
Las doncellas podían mostrar el cabello, pero las casadas no, tenían que cubrirlo. Una doncella en la nobleza estaba exenta de labores domésticas pues no era considerada como una sierva, pero se dedicaba a atender a las damas de la corte. También podía ser cortejada por los caballeros de este estrato social (la nobleza).
La otra opción que tenían las mujeres - aparte del matrimonio - era ser monja. Muchas veces contra su voluntad (si su familia no tenía dote para casarla). Pero también podían mantenerse en un monasterio donde se dedicarían a atender a los enfermos y tuvieran la única oportunidad de acceso a la cultura: aprendiendo a leer y escribir.
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